“Miguel tienes que venir a mi casa para hacer unas fotos de cuadros, además tengo una cosa para ti”, me dijo por teléfono. Cuando llegue José Luis estaba sentado en su mesa de trabajo rodeado de dibujos y con un artefacto diminuto entre las manos, “yo creo que es un fotómetro” dijo, tras examinar el objeto me di cuenta de que se trataba de una cámara espía de fabricación alemana, más concretamente una Minox B, esta cámara utiliza película insertada en chasis diminuto de fabricación especial, tiene diversas velocidades de obturación y enfoque regulable por estimación aunque lleva una cadena metálica por la que se puede medir la distancia de la cámara a los documentos con unos anillos con medidas pre-establecidas y trasladar la medida al dial de distancias y el documento sale perfectamente enfocado en el minúsculo negativo, pero con una gran definición debido sobre todo a la calidad de su óptica. Por cierto esta cámara llegó a aparecer en una película de James Bond.
José Luis Samper era dibujante y pintor, pero también fue cámara de Televisión Española durante muchos años, también le gustaba coleccionar cosas antiguas, de hecho llegó a crear un fantástico museo en su casa, viejas enciclopedias, postales, su vieja cámara y el trípode de madera y objetos varios formaban un recorrido por la historia que le tocó vivir, ahora esperemos que esta colección se pueda abrir al público en un futuro museo.
Un día me comentó que quería dibujar un detalle de la Iglesia de San Francisco, que estaba en la parte de arriba del altar y que por la poca luz que allí llegaba apenas la podía observar, fuimos con trípode y teleobjetivo largo, hice una exposición y aquello quedó grabado en una copia de color con la que José Luis haría una sanguina. “Miguel he podido dibujar esto gracias a tu foto” era admirador confeso de mis fotos y le gustaba posar para mi cámara.
José Luis Samper era dibujante y pintor, pero también fue cámara de Televisión Española durante muchos años, también le gustaba coleccionar cosas antiguas, de hecho llegó a crear un fantástico museo en su casa, viejas enciclopedias, postales, su vieja cámara y el trípode de madera y objetos varios formaban un recorrido por la historia que le tocó vivir, ahora esperemos que esta colección se pueda abrir al público en un futuro museo.
Un día me comentó que quería dibujar un detalle de la Iglesia de San Francisco, que estaba en la parte de arriba del altar y que por la poca luz que allí llegaba apenas la podía observar, fuimos con trípode y teleobjetivo largo, hice una exposición y aquello quedó grabado en una copia de color con la que José Luis haría una sanguina. “Miguel he podido dibujar esto gracias a tu foto” era admirador confeso de mis fotos y le gustaba posar para mi cámara.
José Luis era pintor costumbrista, pintaba calles, rincones y gentes de nuestro pueblo.
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